Lo primero que encontramos en vinario es un espacio abarrotado de vinos y de uso muy fácil. Al entrar, somos inmediatamente envueltos por un mundo de vidrios teñidos y etiquetas. Podría decirse que el revestimiento de paredes y techos son las propias botellas de vino. Meticulosamente ordenadas en estanterías, estructuras colgantes y mesas, rezuman, sin embargo, con tanta densidad de botellas a algo de batiburrillo con encanto.
Porque el vino, a pesar de provenir de un mundo escrupulosamente sistemático, sigue teniendo mucho de artesanal, por lo que trae consigo una atractiva sensación de exclusividad y misterio.
Un espacio diseñado para ofrecer Experiencias gastronómicas originales, mediante catas, maridajes magistrales, cursos, juegos y eventos para desarrollar en nuestra bodega.
Las comidas y cenas maridaje están guiadas por Félix Lanz, con menús personalizados dónde buscamos la armonía entre los platos y los vinos, utilizando el producto de temporada y buscando los vinos que están en su momento óptimo de consumo.
En Vinario la exclusividad viene de la mano de una buena materia prima que no se traduce únicamente en una buena copa de vino, sino en una experiencia holística.
El espacio que acoge esta experiencia busca ser coherente con ella. Las materias primas que le dan forma provienen, como el vino, de la tierra, del sol, del aire. La cerámica conforma estanterías y mesas; la madera sirve de sobre para las mesas.
Lo más importante y características de Vinario es sin duda el vino. Pero el vino es el resultado de un proceso, que nada sería si no fuera porque hay una tierra que nutre una planta y un cielo que la riega. Lo que inspira este proyecto es la naturaleza que envuelve a la vid. En su parte inferior, la tierra; en la superior, el cielo.
De la tierra nos quedamos con sus materiales y colores. Su naturaleza tectónica, masiva y pesada. Para ello se ha generado un almacenamiento mediante una cuadrícula de rasillones de barro cocido, dando la materialidad y textura térrea a este elemento.
Del cielo, su inmaterialidad, liviandad y transparencia. A modo de emparrado, la luz atraviesa las estructuras de acero ligeras colgantes del techo, generando una atmósfera ligera aun siendo ésta una estantería /almacén.
En la planta inferior, nos encontramos con unas tinajas cerámicas antiguas, casi escondidas, que ya estaban en el local antes de que llegáramos, como si hubieran presentido que Vinario pondría en valor su historia, y con ella, los procesos invisibles que se esconden detrás de la elaboración del vino.
Quien quiera conocer el verdadero espíritu de Vinario, ha de descender a lo profundo, ya que aquí tanto la envolvente, oscura; como los materiales, en bruto; y la iluminación, escenográfica; buscan resaltar con expresividad su esencia.